lunes, 12 de octubre de 2020

CUANDO LO PEQUEÑO MARCA LA DIFERENCIA

 Estimad@s Colegas

Evaluación del aprendizaje; evaluación para el aprendizaje; evaluación desde el aprendizaje; evaluación como aprendizaje… y podríamos continuar combinando y articulando lenguaje y reflexiones al servicio de la evaluación. Lo que me impacta es a qué punto palabritas tan pequeñas, devienen indicios de grandes diferencias.

Frente al espejo de mi propia cognición, me veo leyendo y formándome durante este Módulo 4, analizando estas palabritas, en este contexto preciso y de pronto un 'de', un 'para', un 'desde' y un 'como' se re-significan a la luz de nuevas perspectivas. Es así como se convierten en un puente entre dos grandes pilares: la evaluación y el aprendizaje.

Introspectivamente siento también que  cada una de ellas ha actuado en mi cerebro como las teclas de un piano que, al ir tocando en mis recuerdos cognitivos y tradiciones de saberes adquiridos, han creado -en ocasiones- armonía y sintonía; en otras, disonancia -con altos y bemoles-; hasta que al final, la melodía comenzó a fluir.

No piensen que estos conceptos: ‘Evaluación del aprendizaje; evaluación para el aprendizaje; evaluación desde el aprendizaje; evaluación como aprendizaje’ se deslizaban en mi cerebro como los dedos de Chopin o Mozart; Vivaldi o Beethoven sobre la suavidad de las teclas de su piano. ¡Muy lejos de ello! Sin embargo, el eco de lo que resonaba en mí, comenzó a componer un sistema significativo que me sedujo y me ayudó a continuar: 

Sistema que al decir de Edgar Alberto Flórez Vásquez toma dimensiones micro-cósmicas ya que en Re-significación de la Realidad Escolar: las TIC como una experiencia significativa, este autor destaca la importancia de “dilucidar y comprender la conducta humana desde los significados y significantes de los sujetos que se mezclan en la escena formativa, resaltando la interpretación y la comprensión de una realidad que devela un microcosmos en el cual convergen las inteligencias, los paradigmas, las tensiones, las creencias y las motivaciones de una humanidad que debe ser leída en y desde su alteridad.”


Triángulo del engranaje de un heterogéneo microcosmos que exige para su armonía que la “humanidad sea leída en y desde su alteridad.”

  • ¿Cómo continuar en este microcosmos sin que los engranajes disfuncionaran? Fue entonces cuando aquello que decía Linda Castañeda en su video, lo apliqué en mí, como estudiante:

Aprender a aprender para autodirigir y decidir sobre sus propios aprendizajes; o como nos alertaba Graciela Cappelletti: “No solo es introspección”. Se trata de aprender a aprender para “tomar decisiones para reorientar acciones, monitorear su acción, planificarla y replanificarla.”

Descubrí también esa nota perdida en viejas partituras que dicta que la autoevaluación ‘no significa autocorregirse ni autocalificarse’, sino que “debe inducir necesariamente a la autorregulación, explicitar los criterios de evaluación, precisar y compartir los resultados de aprendizaje esperados”. 

Al servicio de evaluaciones compartidas y respetando el principio enunciado ut supra que postula la interpretación -en y desde- la alteridad, incursionamos en este módulo en el uso de las Corubrics.   

De la autoevaluación a la metaevaluación

Dejando deslizar mis pensamientos sobre el teclado de la docimología, me preguntaba si la metacognición se enseña.  Y en este módulo aprendí -y lo viví en cerebro y carne propios- que no sólo se enseña por ende, se aprende sino que por ser aprendizaje, también es susceptible de ser evaluada. Les confieso estimad@s colegas que de la autoevaluación a la metaevaluación, el trayecto no me ha sido fácil pero no por ello, ha dejado de ser desafiante. 

El desafío mayor es el transitar el proceso que va desde la sobreabundancia informativa hasta llegar al conocimiento significativo evitando que la autorregulación se confunda sólo con el proceso reflexivo de introspección. La respuesta que ayudaría a evitarlo se podría resumir en cuatro notas:

1.     Diversidad de canales de comunicación

2.     Diversidad en las formas para  interactuar

3.  Diversidad en los usos de lenguajes para dar respuesta a los intereses, necesidades y estilos de aprendizaje de los estudiantes.

4.     Hipertextualidad

Ahora bien, desde mi posición de docente en continua formación me pregunto y les pregunto: ¿Qué nos resta hacer a los docentes?

Quizá la melodía sea enseñar a “participar de manera activa, consciente y constructiva en el proceso de aprendizaje, planificando, supervisando y evaluando sus acciones para aprender. En otras palabras, se requiere de estudiantes autorregulados (Dieser, Paula, Sanz, Cecilia y Zangara, Alejandra, 2020). Y me permitiría agregar 'líderes ágiles'.

Inclusive osaría afirmar que hay que propiciar momentos de co-reflexión. ¡No tengamos miedo al silencio reflexivo en nuestras clases!  

“Nosotros como docentes modelamos el pensamiento de nuestros alumnos” 

Graciela Cappelletti


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