Comparto con Uds un poco de ternura.
Si la curiosidad por aprender tuviera un límite, ese límite sería el cielo mismo. ¿Por qué? Para mirar al cielo: ¡hay que levantar la vista y abrir el corazón! El cielo, al igual que la formación a lo largo de la vida, es infinito y prometedor. Este blog -parte y testimonio de esta aventura de perfeccionamiento que emprendo hoy, junto a todos Uds., con esfuerzo, tesón y motivación- es el pasaporte para un viaje por la EAD con destino final: la innovación pedagógica.
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